La exposición a la pornografía en edades tempranas es un fenómeno creciente que preocupa a padres, educadores y autoridades. A este respecto, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha publicado un decálogo que aborda el impacto de la pornografía en menores, ofreciendo pautas para proteger a los menores. A continuación, se presenta un análisis detallado de cada uno de los puntos incluidos en el citado decálogo:
1. Crea expectativas irreales y creencias erróneas sobre la sexualidad.
Tal y como muestra el informe «(Des)información sexual: pornografía y adolescencia» elaborado por Save the Children, los adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años. Estos consumen dicho contenido en la intimidad de sus teléfonos móviles y se centra, principalmente, en contenidos gratuitos online.
Durante el estudio elaborado por Save the Children, al preguntar a los participantes si estos necesitaban más información sobre la sexualidad, las respuestas fueron sorprendentes: un 49.6% sí querría tener más información, al 44.6% le da igual saber más y solo el 5.8% considera que no necesita ampliar sus conocimientos sobre el tema. Asimismo, el 30% de los adolescentes indicaron que la pornografía supone su única fuente de información sobre sexualidad.
En este contexto, podemos apreciar cómo las consecuencias de este círculo de ignorancia afectan a nuestros menores de diversas maneras, entre otras:
- Distorsiones en el aprendizaje de la identidad sexual.
- Falseamiento de las expectativas.
- Desconocimiento de enfermedades de transmisión sexual.
- Problemas en el ámbito de la estructuración de la personalidad.
2. Normaliza y favorece la violencia sexual.
Un impacto de la pornografía en menores es que gran parte de su contenido incluye actos de agresión, dominación y sometimiento. La repetida exposición a estas imágenes puede desensibilizar a los espectadores, haciéndoles ver estos comportamientos como algo común o aceptable dentro de las relaciones sexuales.
El consumo de pornografía en adolescentes se relaciona con un aumento de estereotipos de género y la imitación de prácticas, creencias y actitudes violentas en la sexualidad. También se relaciona con el abuso físico y verbal en relaciones de pareja.
Un informe de la Universidad de Middlesex mostró que los jóvenes que consumen pornografía con regularidad tienden a tener una mayor tolerancia hacia la violencia sexual, justificando actitudes y comportamientos que, en otro contexto, serían catalogados como inaceptables.
3. Aumenta las conductas sexuales de riesgo.
El consumo de pornografía se relaciona con un mayor uso irresponsable del preservativo, así como con la búsqueda de relaciones sexuales bajo los efectos de sustancias y consumo de prostitución.
El contenido pornográfico, especialmente aquel que es más fácilmente accesible en línea, suele mostrar relaciones sexuales desprovistas de contexto emocional, consentido y seguro. Esta representación irreal y muchas veces violenta de la sexualidad puede llevar a los menores a normalizar prácticas sexuales peligrosas o inapropiadas. Así, al carecer de una educación sexual apropiada, muchos adolescentes asumen que lo que ven en la pornografías refleja la realidad, lo que los impulsa a replicar estas conductas en sus propias experiencias.
4. Internet se adueña de tu privacidad.
Cuando los menores se exponen o participan en contenidos pornográficos, su privacidad y datos personales pueden ser vulnerados de múltiples formas. En primer lugar, muchas plataformas en línea, incluso aquellas con acceso a material pornográfico, almacenan una gran cantidad de información sobre sus usuarios: desde ubicaciones hasta historiales de navegación. Esta información, cuando involucra a menores, es particularmente peligrosa, ya que pueden ser víctimas de delitos como robo de identidad, el acoso o la explotación.
Además, el consumo de pornografía puede llevar a que los menores participen activamente en comunidades o sitios web inseguros. En estos espacios, es común que se les pida información personal, fotos o videos, exponiéndolos a situaciones en las que pierden el control sobre sus propios datos. Una vez que el material está en línea, es casi imposible borrarlo completamente.
Al hilo, la Agencia Española de Protección de Datos ha elaborado la Nota Técnica «Internet seguro por defecto para la infancia y el papel de la verificación de edad» en el que analiza cómo se puede proteger a niños, niñas y adolescentes en Internet sin que ello suponga una vigilancia e invasión de la privacidad de todos los usuarios y sin exponer a la infancia a ser localizada y expuesta a nuevos riesgos.
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5. Afecta a la satisfacción sexual.
Las representaciones exageradas y estilizadas que suelen verse en los videos, no reflejan las experiencias sexuales reales, lo que puede llevar a una disociación entre lo que los jóvenes esperan y lo que experimentan en la vida real. Esto puede generar frustración y disminución en la satisfacción sexual a largo plazo.
El consumo de pornografía también puede llevar a una desensibilización progresiva, en la que los menores se vuelven insensibles a estímulos sexuales más sutiles o naturales. A medida que se exponen a contenidos cada vez más explícitos o extremos, existe la posibilidad de que su capacidad para disfrutar de encuentros en la vida real disminuya, ya que estos pueden parecer menos emocionantes o estimulantes.
6. Puede producir problemas en las relaciones de pareja.
Los menores, que aún están en proceso de formación emocional y cognitiva, pueden llegar a creer que lo que ven en estos videos es una representación fidedigna de la realidad.
Con el tiempo, estas expectativas poco realistas pueden trasladarse a las relaciones de pareja en la adultez. El joven puede esperar que sus relaciones sean similares a lo que ha visto, lo que genera frustración y descontento cuando estas expectativas no se cumplen.
Asimismo, el consumo excesivo de pornografía desde edades tempranas también puede interferir con la capacidad de un individuo para formar vínculos emocionales profundos con su pareja. La pornografía generalmente muestra el sexo como una actividad puramente física, sin énfasis en la intimidad o el afecto. Los menores expuestos a este tipo de contenido durante su desarrollo pueden crecer con una visión distorsionada de las relaciones de pareja, donde la conexión emocional se minimiza o se ignora por completo.
Este problema puede derivar en dificultades para establecer relaciones íntimas basadas en la confianza y el respeto mutuo, elementos claves para una relación saludable.
7. Aumenta los niveles de soledad en adolescentes.
Uno de los efectos más preocupantes del consumo de pornografía en menores es su relación con el aumento de los niveles de soledad. Al estar expuestos a contenido sexual de manera prematura, los menores pueden desarrollar percepciones distorsionadas sobre las relaciones interpersonales. Esto puede llevarlos a desconectar de sus pares y genera expectativas irreales sobre la intimidad, dificultando su capacidad de formar conexiones emocionales saludables.
8. Deterioro a nivel neurobiológico.
Numerosos estudios han comenzado a evidenciar que el consumo de pornografía en edades tempranas puede tener efectos negativos en el cerebro en desarrollo dado que el cerebro de los menores está en un estado maleable, lo que significa que es más vulnerable a influencias externas durante esta etapa crítica de crecimiento.
Estudios sugieren que la exposición constante a estímulos sexuales visuales de alta intensidad pueden provocar una sobreestimulación del sistema dopaminérgico, que es el responsable de regular el placer y la motivación. Esta sobrecarga de dopamina podría, con el tiempo, disminuir la sensibilidad a otros estímulos, afectando negativamente la capacidad del menor para disfrutar de actividades cotidianas o para formar relaciones saludables.
9. Afecta al rendimiento académico.
Otro impacto de la pornografía en menores es su afección al rendimiento académico. El consumo de pornografía en menores también puede tener un impacto directo en su capacidad de concentración. Diversos estudios sugieren que el consumo de contenido sexual explícito puede afectar la estructura de la atención y la motivación del cerebro. Al generar un estímulo inmediato y de alta recompensa, este tipo de contenido puede interferir con el sistema de gratificación del cerebro haciendo que actividades como estudiar o realizar tareas académicas se perciban como menos atractivas o gratificantes. Esta desmotivación puede llevar a la falta de interés por los estudios y una caída en el rendimiento académico.
10. Se puede convertir en adicción.
Otro problema radica en la posibilidad de desarrollar una adicción a la pornografía desde una edad temprana. Al igual que otras formas de adicción, la exposición constante al contenido pornográfico puede alterar el sistema de recompensa del cerebro, generando una búsqueda constante de estímulos visuales o sexuales.
La adicción a la pornografía puede provocar que las relaciones íntimas se vean menos gratificantes o satisfactorias en comparación con el contenido consumido, lo que genera un ciclo negativo de insatisfacción y desconexión de la realidad.
En resumen, en la era digital, el acceso a contenidos en línea se ha vuelto más fácil y rápido y uno de los temas que genera gran preocupación es el impacto de la pornografía en menores. Por ello, a través de este artículo se ha procedido al análisis del decálogo publicado por la Agencia Española de Protección de Datos donde aborda los principales factores a tener en cuenta respecto al consumo de pornografía por parte de menores.
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